El día 2 de mayo falleció en Pamplona Ana María Navarro (07.07.29 - 02.05.24), antigua profesora y miembro del primer equipo directivo del Instituto de Ciencias de la Educación, fundado en 1965 y germen de la que es hoy nuestra Facultad de Educación y Psicología. Viuda del que fuera también profesor emérito Manuel Ferrer. DEP.

Al pensar en Ana Mari, para escribir estas palabras, son muchos los recuerdos que resuenan en mi corazón y en todos ellos veo una gran sonrisa. Siento a una persona de fuertes convicciones, inteligente, muy vital, apasionada y profundamente humana.

En todos los momentos que he compartido con ella he percibido a una mujer coraje, pionera en el arte de la conciliación familia - trabajo; profundamente enamorada de su marido, madre de 6 hijos y abuela de 16 nietos y 13 bisnietos. Siempre guapa y elegante, de fácil y muy agradable conversación y con una gran capacidad de escucha. Ana Mari era una mujer con carácter, muy observadora y audaz, a la que nunca podías ocultarle una preocupación.

Con ella muchos de nosotros dimos nuestros primeros pasos en el conocimiento y el amor por la orientación familiar como ámbito imprescindible en el quehacer educativo. Cada vez que, desde la Unidad de Pedagogía Hospitalaria, conozco a una familia, recuerdo alguna de sus recomendaciones cuando aplicábamos la metodología del caso en sus clases: “dedica más tiempo a escuchar que a hablar”, “cada familia es única”, “pregunta, no interrogues”, “acompaña, no manipules”, “observa, no juzgues”, “quiéreles, el cariño es la mejor ayuda”, “sígueles mientras puedas”.

Hablar de Ana María es recordar con mucho cariño también a otros profesores como José Luis González-Simancas y Emilio Redondo. Es agradecer a Gerardo Castillo y David Isaacs, primero y a José Benigno Freire, Coro Molinos, Paco Altarejos y Javier Tourón, después, por haber formado un gran equipo, capaz de poner las bases más sólidas de lo que hoy conocemos como Facultad de Educación y Psicología en la Universidad de Navarra (que este curso celebra su décimo aniversario).

Ana María siempre tenía tiempo para todos nosotros, daba igual que fuésemos alumnos, colegas o amigos. Recordaba todo tipo de datos y detalles de nuestra vida personal y profesional y nos seguía en nuestros quehaceres y preocupaciones diarias. Una de las mejores recomendaciones que sus amigas hemos recibido de ella ha sido “cuidaros y quereros”. No se puede ser la mejor profesional, mujer, esposa, madre, abuela, amiga y… “Debéis rebajar el nivel de autoexigencia para recuperar la calma, el bienestar y la capacidad de disfrutar de lo conseguido”.

Ana María se fue y todos la recordaremos como una mujer profundamente agradecida por su vida, su familia, su trabajo y sus seres queridos.

La autora es alumna, colega y amiga. Facultad de Educación y Psicología. Universidad de Navarra