El sábado, 27 de abril, se celebrará en Iruñea una manifestación convocada por diversas asociaciones de pequeños/as productoras de Navarra, bajo el lema “¡Soberanía alimentaria ya! ¡No al modelo agrario industrial que nos extingue!”, en la que tomará parte el sindicato EHNE-Nafarroa, una movilización que apoyan más de 100 organizaciones sindicales y sociales.

EHNE-Nafarroa defiende un modelo familiar social agrario, conformado por mujeres y hombres que trabajen de manera directa y personal en sus unidades productivas, acompañados o no de trabajadores a cuenta ajena, y que debe garantizar una rentabilidad y estabilidad a sus titulares y unas condiciones dignas a dichos trabajadores. Se trata de un modelo generador de empleo y de cohesión social en los pueblos y valles, vertebrador del territorio, duradero, que no se deslocaliza, productor de alimentos sanos y de calidad, respetuoso con el medio ambiente, conservador del mismo y guardián indispensable del medio natural que nos rodea.

Este es el compromiso que EHNE-Nafarroa ofrece a la sociedad y que debería formalizarse en un contrato social que garantice el modelo de agricultura familiar que defendemos. Y para que este modelo se imponga entendemos que hay dos ideas claves que debemos desarrollar e impulsar a todos los niveles.

Una primera es que, al igual que en el resto de sectores, debemos asumir que en este sector los recursos, los bienes, las necesidades y la riqueza que se crean son finitas, y es necesario un reparto más justo de todo ello. Entendemos que debe existir una normativa que ponga límites al número de hectáreas o ganado, pero también a las subvenciones o ayudas administrativas que cada agricultor/a y/o ganadera/o gestiona en su explotación. Y, sobre todo y por supuesto, límites al valor añadido de cada uno de los protagonistas de la cadena alimentaria, a favor de un reparto más justo de ese valor añadido y un precio digno a cada uno de los actores de la misma: agricultoras, ganaderas, transformadores, distribuidores y consumidoras.

La segunda supone que la elección del modelo de agricultura y ganadería es, sobre todo, una opción personal, más allá de la presión de los mercados, de las leyes y de las normativas existentes. Cada uno de nosotros optamos por el modelo agrario que desarrollamos, dentro de nuestras posibilidades y también con nuestras contradicciones. Tenemos que convencernos y convencer al resto de agricultoras/es y ganaderas/os que el modelo social que defendemos es el mejor modelo: el familiar. Es el único sostenible en lo económico, en lo social y en lo medioambiental a largo plazo.

Navarra ha sido considerada como una región eminentemente rural hasta ahora, pero cada vez es mayor la concentración de la población en la capital y su comarca. Más allá de la clasificación que pueda hacerse en las definiciones oficiales de si es o no una región rural, el despoblamiento de muchos de nuestros pueblos es una realidad. El éxodo rural hacia núcleos urbanos (en Pamplona y comarca se concentra el 56% de la población y el mismo porcentaje de empresas) es uno de los aspectos más preocupantes del medio rural navarro.

Nuestro sector, que debería ser el principal motor económico y social, vive en una continua situación de crisis, fruto de un mercado cada vez más globalizado y de una PAC sometida a los designios de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que no hace más que perpetuar el reparto injusto y el uso irracional del dinero público.

Las consecuencias son inmediatas y claras, si observamos el número de activos agrarios, el cual ha experimentado un descenso en el número de explotaciones totales, de 14.000 activos a menos de 2.300.

Como agricultores/as y ganaderos/as, nuestro trabajo básicamente consiste en producir alimentos de calidad y con la máxima seguridad alimentaria para el consumidor. Pero hay mucho más. No podemos olvidar que gestionamos más del 90% del territorio, damos respuesta a la cada vez mayor exigencia social en torno a cuestiones medioambientales, somos un elemento imprescindible en cuanto a vertebración del territorio, posibilitamos el mantenimiento de infraestructuras, comunicaciones y, como demandantes y consumidores de servicios, aparte de nuestra propia actividad económica, somos generadores de rentas y empleos, así como guardianas de la cultura rural en cada pueblo y valle.

Entendemos pues, que es imprescindible que en los próximos años se haga una apuesta clara y decidida para revertir el proceso de abandono del sector y del entorno rural, porque estamos a una sola generación de perder muchísima riqueza material e inmaterial.

Desde Europa ya se nos ha presentado el denominado Pacto Verde Europeo, como una nueva estrategia de crecimiento para la UE, tendente a transformarla en una sociedad climáticamente neutra, equitativa y próspera, con una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva.

Pero desde EHNE-Nafarroa entendemos que es necesaria una reflexión respecto al hecho de definir esta estrategia en términos de crecimiento. Si entendemos por ello, generación y consumo de bienes como motor de la economía, estaremos repitiendo el mismo error de siempre. Si queremos ser sostenibles y climáticamente neutros, habrá que empezar a entender el crecimiento de una forma totalmente distinta, en términos de sostenibilidad ambiental, social y económica, tomando como eje de este crecimiento un reparto más justo de la riqueza entre las personas y la soberanía alimentaria para las personas consumidoras.

El autor escribe en nombre de la Ejecutiva de EHNE-Nafarroa