Si buscan en la web el cementerio de Pamplona, lo primero que leerán es que se ocupa de la inhumación y cremación... Sabido y nada motivador. A mí el cementerio me resulta tan interesante que estos días que lo he paseado he pensado que estaría bien introducir una visita en los currículos escolares a una edad que permitiera la comprensión de fenómenos complejos e interconectados. Es abarcable en pocas horas y proporciona información multidisciplinar. Una ligera explicación, un plano y a investigar. Mejor en parejas o tríos. Y cada grupito con una pregunta.

Quienes se encarguen de la ocupación del espacio verán cómo, tras la delimitación original, crecieron ensanches y barrios y hubo operaciones interiores. La dinámica de la ciudad, las épocas y sus protagonistas se replican en la necrópolis. El grupo encargado de la botánica comprenderá como lo planificado, los cipreses, se ve superado por lo sobrevenido: ombligos de Venus, senecios, culantrillos, hierba cana, musgos y líquenes, hiedras e incluso ailantos que crecen en las grietas de losas y remates y los amenazan. Quienes se ocupen de la onomástica descubrirán los nombres que fueron populares, los apellidos que perduran y los que desaparecieron, en muchos casos por ser portados por mujeres. Podrán sacar sus conclusiones quiénes investiguen la memoria histórica, la dimensión simbólica de las diferentes soluciones habitacionales o las consecuencias de la introducción de la cremación en la demanda. Otro grupo obtendrá una visión sintética de la evolución de estéticas y gustos desde 1808 y otro hará el inventario de materiales preferidos en cada momento. Desde la sociología y la filosofía podrá indagarse en la tensión entre uniformidad y libertad individual. Los regímenes de tenencia, propiedad, alquiler o cesión remitirán al deseo y la posibilidad de permanencia o a la conciencia de transitoriedad.

Y todo tendrá un porqué.