Como cada año, el Parque de Alemanes ha acogido la celebración de los calderetes de las fiestas de la Txantrea. Y, al igual que hacen los fans para tener buen sitio en los conciertos, las cuadrillas han madrugado para ponerse donde siempre. Incluso, ha habido muchos que se han aprovechado de la amenaza de lluvia para llegar más tarde, ya que ha habido desconfiados que no tenían claro que este evento fuera a salir adelante. Pero la fiesta siempre gana.

La cuadrilla de Kenia Cordero y Alain Hermosilla ha llegado a este espacio a las 6.30 horas para que nadie les quitara el sitio en el que se sientan a comer desde hace más de 20 años. “Dejamos dos días antes el coche para coger sitio; el viernes venimos ya con una furgoneta más grande donde está toda la compra”, ha contado Kenia. Tienen la tradición de que a partir de las nueve comienzan a preparar distintas tandas de almuerzos para que los 21 del grupo no se queden con hambre. “También hemos traído unas 300 cervezas, que la comida y la bebida van en paralelo”, ha dicho entre risas Alain.

En contraposición, la cuadrilla de Juanjo Etxarri y Patxi Martín, los cocineros, ha reconocido que siempre son los últimos en aparecer por Alemanes. Esta vez, han llegado a las 12.30 horas porque no hacen caldero: “Tenemos esa manía. Preferimos almorzar por ahí. Somos un poco raros”, ha bromeado Juanjo. Además, confesó que el txoko en el que estaban casi siempre queda libre. “Ahora, por listo, seguro que el año que viene no tenemos hueco”, añadió Patxi. Para comer, compraron seis txistorras, 15 litros de vino y 24 costillares; un menú para quedarse sin hambre: “Esto es sobre todo gula, porque nos hemos quedado muy bien con el almuerzo”, ha señalado Juanjo.

Marian Aguinaga ha reconocido que la lluvia ha jugado un papel fundamental para encontrar un hueco. Tres de las 23 personas que componen su cuadrilla han ido a las 8.00 a coger sitio y empezar a preparar las mesas y sillas. Y los demás, a las 12.00 para echar el vermú. “La gente se ha ido mucho a los porches, así que no han tenido mucha batalla, pero cuando hace bueno ya es otra cosa”, ha asegurado. Por lo general, se colocan en ese lugar aprovechando que tienen la casa en frente, por lo que “si tenemos que ir al baño o necesitamos algo, lo tenemos muy fácil”, ha explicado.

Jorge ha llegado también a las siete de la mañana para poner las jaimas en su sitio de siempre “mientras los otros estaban durmiendo. En realidad, hemos estado tres personas”, ha reconocido entre risas. Habían preparado dos mesas, una para los padres y otra para los hijos, como Jokin, Lorea, Ainara e Iraia. A las 9.00 horas habían empezado a hacer la barbacoa “con todo el colesterol”, ha bromeado. Entre todos reflexionaron acerca de cuánta comida habían utilizado: 14 kilos. En cuanto a la bebida, “eso no se dice, pero hemos comprado dos cajas de Coca-Cola Zero".

Las cuadrillas más jóvenes se han aprovechado del madrugón de sus familiares. Por ejemplo, el grupo de Araitz Esteban llegó a las 10,30 horas, pero para cuando aparecieron su padre ya había colocado las mesas. El resto fue cosa de ellas. Han 5 kilos de cordero y, de bebida, “también bastante porque de eso no puede faltar”. Además de todo esto, también han preparado un carro en el que poder llevar “todo lo que sobre para el electro de después”.

Frente a lo que Patxi y Juanjo han comentado, Saioa, Garazi, Lorea, Maider, Irati, Basagaitz e Iraia han sido realmente las últimas en llegar. A las 13.30 horas han empezado a colocar las mesas, aunque tiene trampa porque el sitio también lo habían reservado sus padres antes. Por suerte, han traído tuppers de casa para no perder el tiempo y comer a una hora decente. “Ayudamos al barrio durante las fiestas y a las 17.00 tenemos que repartir zurracapote. Si hubiéramos tenido que preparar el fuego, no llegaríamos, ha asegurado Maider.

El Departamento de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra cedió al proyecto Etxekide una parcela dotacional -previamente cedida por el Ayuntamiento de Pamplona al Gobierno- en la misma zona de Alemanes. En ella levantarán unos alojamientos colaborativos senior. Y los integrantes de la cooperativa también se ha sumado a la fiesta.

Se trata de un grupo conformado por personas de entre 50 y 70 años que se unieron para vivir una vejez en la que poder tener un estilo de vida no impuesto. “Como vamos a venir a vivir al barrio, pensamos que lo mejor era acercarnos al calderete para empezar a hacer barrio”, explicó Mertxe Larumbe. En total, son 33 cooperativistas, pero a la comida han ido 20. Al calderete le han añadido de todo: conejo, patatas, caracoles, alcachofas, pimiento verde, etc.; “todo, salvo el conejo, es ecológico”, ha dicho riendo.