Gregario de Luxe cumple veinte años. ¿Cómo fueron los orígenes del grupo?

–Queríamos hacer un homenaje a la música de la película de los Blues Brothers. No había mayor pretensión que esa. Nos encantaba la música negra, el soul, el blues y todo aquello, y directamente fuimos a por ello. Nos pusimos el traje negro, la corbata, el sombrero y las gafas de sol, y a tirar kilómetros con ello. Ese fue el origen. Digamos que fue un hobby que se ha ido complicando, entre comillas, hasta lo que somos hoy. 

Creo que inicialmente comenzaron con versiones de los años 80, temas de los Stones… ¿Se orientaron rápidamente hacia el soul?

–Aquello fue el germen. Antes de que brotara el actual Gregario de Luxe, nos juntábamos un poco de cachondeo para hacer cosas de los ochenta, de los Rolling, de los Beatles… Lo hacíamos porque nos encantaba la música y por amistad, pero en cuanto cogimos la senda del soul, nos pasó como le pasa a Dan Aykroyd en la película, que ve una luz cegadora en mitad del pasillo gospel de la iglesia. Nosotros igual, cogimos esa luz y fuimos hacia ella.

Son muchos miembros en el grupo. Imagino que en tantos años los cambios habrán sido inevitables, pero, ¿mantienen un núcleo estable?

–Sí, ha habido algunos cambios, pero la verdad es que hemos conservado un altísimo porcentaje de los miembros que comenzamos. Lógicamente, el paso del tiempo y las circunstancias personales de cada uno van jugando su papel, pero el núcleo del grupo que comenzó hace veinte años se mantiene.

¿Y de dónde vienen los apodos que utilizan?

–Siempre hemos tenido muy claro que la música que hacemos es en inglés. Es una música que nace en los algodonales de Estados Unidos, de los esclavos negros. Y claro, hacer este tipo de música cantando en inglés, pero con nombres en castellano, no nos parecía coherente, así que cada uno adoptó su apodo. Ahora convivimos con esa doble personalidad.

Su estilo es el soul, pero también hacen suyas canciones de Bowie, Lou Reed, Janis Joplin…

–Eso es. El concepto de Gregario de Luxe tiene como tres líneas fundamentales. Una, los temas legendarios de la música de los sesenta, de Sam Cooke, Aretha Franklin y demás. Dos, los temas propios, que dimos el paso hace doce o trece años de escribir nuestras canciones, aunque con ese estilo que tanto nos gusta. Y tres, eso de lo que me hablas, que es jugar con grandes temas de la historia del pop o del rock, que igual no nacieron dentro del ámbito de la música negra, e imaginar cómo hubieran sonado en Memphis, en la Motown, en Stax Records o en Detroit; la gente los reconoce y está teniendo mucho éxito.

Para celebrar este vigésimo aniversario, van a publicar un disco; todavía no ha salido en físico, pero han lanzado ya varias canciones en plataformas digitales.

–La venta de discos no vive su mejor momento. Para este disco, hemos ideado una nueva fórmula. Hemos grabado ocho temas en los Estudios K, con Alberto Porres, y vamos a ir sacándolos poco a poco. De momento han salido cinco. Tenemos una pequeña sorpresa para junio, animo a la gente a que esté pendiente. Queremos celebrar el aniversario durante todo el año, con los temas que vamos a ir sacando. 

Al margen de los discos, el punto fuerte de Gregario de Luxe es el directo, la puesta en escena.

–Sí. La propia evolución de Gregario de Luxe ha hecho que, poco a poco, nos vayamos quitando esa etiqueta de banda tributo a Blues Brothers; primero nos quitamos el sombrero, luego la corbata, hemos cambiado el traje negro por otro azul… Queremos mantener la esencia y la elegancia de los grupos de soul, pero nos hemos alejado de lo que hacíamos en los orígenes. No renegamos, por supuesto, estamos muy orgullosos de todo lo que hemos vivido en estos veinte años, pero sí hemos evolucionado y creo que ya tenemos una marca propia muy reconocible. 

Han tocado varias veces en el Jazzaldia de San Sebastián, en Sanfermines, en grandes ciudades como Madrid o Barcelona… ¿Cuál sería el mayor hito de Gregario de Luxe en estos veinte años?

–Yo destacaría la primera vez que el jurado de Jazzaldia nos seleccionó para tocar en el festival. El hecho de que nos consideraran dignos de estar allí. Éramos un grupo de amigos haciendo soul, y que nos llamasen para semejante sitio… Ahí nos dimos cuenta de que algo estábamos haciendo bien y decidimos tirar por ese camino. Eso fue en 2008, hace dieciséis años ya. Vimos que íbamos en serio, que podíamos ser algo más que un grupo de amiguetes tocando en bares y convertirnos en un proyecto serio y de largo recorrido, que, afortunadamente, es lo que ha terminado siendo.

"No sabemos separar música de fiesta, para nosotros es lo mismo, la fiesta está garantizada"

¿Y lo más duro de todo este tiempo?

–Probablemente, ese día a día de un grupo amateur. Los momentos en los que no salen conciertos… Vamos por libre, no estamos con ninguna agencia, nos buscamos nosotros todo. A veces parece que te cansas de estar haciendo siempre lo mismo, te falta motivación. Es difícil mantener viva la llama de once o doce personas que no cobramos absolutamente nada de esto, pero al mismo tiempo, como somos tantos, siempre hay alguno que se siente optimista, siempre hay alguien dispuesto a tirar del carro en los momentos difíciles. Y aquí estamos veinte años después, que no es fácil, ni por el tipo de música que hacemos ni por el tipo de grupo que somos. Hay mucho esfuerzo detrás de cada canción, esperamos que la gente lo vea. 

De hecho, la dificultad es mayor, siendo un grupo tan numeroso.

–Claro. Actualmente somos once, con teclas doce. Nos juntamos una vez por semana, y ninguno somos profesionales de la música. Hay un trabajo de base, de vientos, de coros… Hay que ensamblar todo eso, hay que respetar el sonido. Siempre hemos tenido muy claro que no podíamos perder el hilo de esa música que en los años sesenta unió en mundo de los blancos y los negros. De alguna manera, teníamos que seguir ese camino. 

En Pamplona parece que hay afición a la música negra. Ahí está el Beltza Weekend ya consolidado.

–Sí, y hay muchos festivales por toda España; Madrid y Barcelona pueden ser un poco el epicentro, pero hay muchos festivales y muchas bandas que siguen tirando del hilo. Yo animaría a la gente a que fuese a un concierto no ya de Gregario, sino también a que se asomen al Beltza Weekend y disfrute. Es una música que se separa del mainstream actual, pero es una maravilla que se siga haciendo este tipo de música. En Pamplona somos habas contadas, pero buenas habas.

¿Cómo va a ser el concierto del martes en Zentral?

–Teníamos dudas sobre hacer el típico concierto conmemorativo de sorpresas, con vídeos y demás, pero hemos decidido que no. Vamos a intentar que el concierto sea una fotografía de estos veinte años de Gregario. Hay gente que estuvo en nuestro primer concierto y también se ha unido mucha gente nueva. A esa gente, lo que hay que darle es música. No sabemos separar música de fiesta, para nosotros es lo mismo, la fiesta está garantizada. Vamos a hacer un repaso a estos veinte años, con canciones que estaban en los primeros bolos, alguna inédita… El público siempre ha sido una parte esencial en estos veinte años de Gregario De Luxe, y lo va a seguir siendo; no sé si durante veinte años más, pero desde luego, el martes en Zentral, seguro que sí.