Más de dos décadas de trabajo en la sección de Teletipos de DIARIO DE NOTICIAS me han acercado a realidades muy diversas y de ámbitos muy distintos, desde la más rigurosa política, economía y sociedad nacional e internacional, hasta los temas más ligeros de gente, ocio y televisión. La guerra de Irak, el 11-S, el 11-M, los atentados de Barcelona, el triunfo electoral de Barack Obama en Estados Unidos o la pandemia del coronavirus son solo algunas de las noticias de enorme calado que a lo largo de estos 30 años han tenido un protagonismo indiscutible en la portada.

Sin embargo, junto a ellas, el día a día del periódico está tejido por otras noticias que, aunque aparentemente puedan tener una menor repercusión, son capaces de despertar el sentir de millones de personas. Este es el caso de la historia del pequeño Julen, el protagonista del trágico suceso ocurrido el 13 de enero de 2019 en un pueblecito de Málaga y que dio la vuelta al mundo. La noticia no fue un suceso más, sino que por varios motivos sacudió a la población y despertó un gran interés desde el minuto uno.

Portada del 26 de enero de 2019 en la que se informaba del rescate de Julen. ARCHIVO DIARIO DE NOTICIAS

El protagonista era Julen, un niño de solo 2 años que cayó por accidente en un estrechísimo e irregular pozo de prospección en una finca de Totalán mientras disfrutaba de un día de campo junto a sus padres. Desgraciadamente, y tras un operativo sin precedentes, el pequeño fue rescatado sin vida 13 días después. Fueron trece días de incertidumbre en los que todo el país contuvo la respiración, confiando en un milagro que devolviera al pequeño con vida; trece días en los que en la sección de Teletipos del periódico seguimos paso a paso todos y cada uno de los movimientos llevados a cabo durante las labores de rescate.

La dureza y lo sorprendente de este desgraciado accidente, un niño de dos años tragado literalmente por la tierra, lo convertían en un suceso muy especial. De inmediato despertó el interés de medios de comunicación nacionales e internacionales que, al igual que nuestro periódico, se hicieron eco de lo que ocurría a diario en medio de un inusual despliegue mediático.

El niño desapareció de repente por la boca de un pozo de solo 25 centímetros de diámetro que lo lanzó en cuestión de segundos a un abismo de 110 metros de profundidad. No saber dónde estaba Julen, ni si se encontraba vivo o muerto, sumió a su entorno más cercano en una profunda desesperación y a quienes seguíamos la noticia, en un desconcierto total. Pronto se supo que en su caída libre de 71 metros, que fue la que le causó la muerte, el pequeño arrastró materiales que formaron un tapón sobre su cabeza. Esto hacía imposible llegar a él por el mismo orificio por el que se había precipitado, lo que complicó mucho una operación de rescate que se fue narrando minuto a minuto y que terminó convirtiéndose en una compleja obra de ingeniería civil.

Precisamente estas dificultades del rescate fueron el detonante de la ola de solidaridad sin precedentes que despertó este caso y que llevó hasta la finca del cerro de Totalán a cientos de voluntarios, entre ellos varios mineros, que trabajaron sin descanso y con la maquinaria más avanzada en un rescate a contrarreloj. Finalmente no pudo ser y, con todo el país en vilo, en la madrugada del 26 de enero el pequeño fue hallado por los rescatadores sin vida. La fatal noticia llegaba para añadir todavía más dolor a los padres de Julen, José Roselló y Victoria García, quienes dos años antes habían perdido a su otro hijo, Oliver, con solo 3 años, a causa de un infarto.

En 2021, dos años después de la muerte de Julen, la vida volvería a darles una nueva oportunidad de ser felices al convertirse en padres por tercera vez. En esta ocasión fue una niña, una pequeña que llegaba para aportar algo de luz a una joven pareja que había sufrido la peor desgracia que a unos padres les puede ocurrir y, en su caso, además, por partida doble.